viernes, enero 13, 2006


LA DECADENCIA DE LA AMISTAD ( del negro Dolina )

Muchos pensadores han creido notar que, en estos tiempos, la amistad es mas un tema de conversacion que una actividad concreta. Por cierto, es relativamente facil encontrar personas dispuestas a componer canciones sobre los amigos. En cambio es bastante dificil conseguir que esas mismas personas le presten a uno dinero. Segun parece, el sentimiento amistoso se halla en decadencia. Todos los dias uno tropieza con canallas que lejos de preocuparse por la escasez de amigos, se jactan de ella. -Yo, amigos, lo que se dice amigos, tengo muy pocos, o ninguno- nos gritan enla cara . Y no advierte que el sujeto esta esperando que lo feliciten por semejante hazaña. En los años dorados de Flores, cuando alcanzaban su apogeo la comprension, la poesia y el juego del codillo, tambien existian enemigos de la amistad que preocupaban a los Hombres Sensibles. Manuel Mandeb, el metafisico de la calle Artigas, colecciono algunas de susobtusas opiniones en un opusculo titulado maliciosamente Los amigos. Como yaes costumbre, transcribimos algunos parrafos. "... La amistad debe nacer en la juventud o en la infancia. Nuestros amigos son aquellos que aprenden junto a nosotros o, mejor todavia, los que viven aventuras a nuestro lado. Y por lo general, la gente aprende y vive aventurasen la juventud. Despues casi todo el mundo consigue algun empleo en casas decomercio y ya resulta imposible adquirir conocimientos nuevos o pelearse conuna patota. "...A los once o doce años, uno empieza a hartarse de la familia y encuentraque los muchachos de la esquina son mucho mas divertidos que el tio Jorge. Du-rante mas o menos una decada nadie estara más cerca de nuestro corazon que esos muchachos. Y si uno quiere aprovisionarse de amigos, debe hacerlo en eseperiodo. Despues sera demasiado tarde..."

jueves, enero 12, 2006

Verano


Primera noche fresca del verano. Casi parece una noche de otoño. Da gusto respirar. Un aire fresco que viene del sur. La noche se ve de un color azul profundo. Y las estrellas parecen más brillantes. Hay una luna inmensa, color ocre. Está allí, muy cerca. El viento trae aromas a lavanda, pino, menta, tierra fresca, y otras fragancias dulzonas que trae el campo.

Hace tiempo que no va a caminar por el campo. Solía hacerlo junto a su perro por las tardes.
Salía a cazar perdices, en interminables tardes donde no había lugar para pensamientos estúpidos. Donde no había lugar para que asome ningún miedo.
Sólo era él y su perro, que corría en zig zag delante, moviendo la cola, corriendo, saltando... Leyó alguna vez que el perro es el Dios del Retozo. Y no está mal esa definición. Es sin duda el dios del retozo.

Cuando ya llevaba varios kilómetros de caminata, se sentaba a la orilla de un arroyo, encendía un cigarrillo y se quedaba un largo rato escuchando los sonidos del lugar.

El murmullo del agua... el vuelo de algún insecto, el canto de las aves, el jadeo de su perro... y el viento, que le traía canciones de otros lugares.

Y atardecía... mirando hacia el oeste, el sol se ponía, majestuoso... la luna, por su parte, aparecía como una imagen plateada y difusa en el cielo claro. De un lado el sol, del otro la luna.
Y apenas un rato para disfrutarlo

domingo, enero 08, 2006

Miguel Rep en San Juan


Miguel Rep pasó por San Juan, para dar una charla acerca del humor en el Café del Auditorio.Allí estuvimos, charlando, hablando sobre lo divino y humano, y desde luego, hablando de dibujo.Hubo algún artista local que intentó mojarle la oreja, pero, Miguel es un tipo humilde y por sobre todas las cosas, un profesional impresionante, por lo tanto, nos hizo pasar un excelente momento.

www.arguellestinta.blogspot.com
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sábado, enero 07, 2006

Las Moscas

Las Moscas
El tipo está sentado frente a su mesa de trabajo, con la ventana abierta, por donde se ven los pinos que hacen de cerco con la casa contigua. Hace un calor de perros, pero piadosamente una suave brisa corre a través de la habitación. Una brisa que llega del oeste, ingresa por la puerta de calle, que está abierta, pasa por el comedor, se bifurca y una parte de ella sale por la puerta de la cocina que lleva al jardín y la otra, caprichosamente describe una “L” que va desde el comedor hasta su dormitorio, donde está el tipo escribiendo.

Acaba de darse una ducha con agua fría. Aún tiene el pelo mojado. Desde el jardín entran algunas moscas. Molestos insectos asquerosos que han decidido desafiar al insecticida. Hasta tal punto de tornarse inmunes al químico utilizado, que bien podría dejar seco a un ser humano mucho antes que dejar descerebrada a una mosca.
Todos los veranos lo mismo, gasta fortunas en insecticidas para ahuyentar esos bichos fastidiosos. Y las moscas vuelven todos los años, como la visita de un cuñado estúpido. Cuando dispara el aerosol a diestra y siniestra, todas se amontonan para salir por la ventana o puerta más cercana, digamos que las que huyen, son las que mejor están preparadas para el combate. Las otras, las que quedan revoloteando atolondradas, que pegan en los cristales de las ventanas, o enredadas en el cortinado, esas, las que finalmente mueren lentamente, en medio de zumbidos póstumos, esas son las moscas que seguramente forman el grupo de choque del escuadrón que todos los veranos tratan de invadir la casa del tipo.
Son los kamikazes de estos repugnantes voladores. Son las que ofrendan su vida para que otras vayan tomando pequeñas dosis de veneno y con el tiempo ser invulnerables a todos los insecticidas conocidos. No parece un estúpido sacrificio, las moscas son así. Simulan el caos, pero son muy organizadas.

Entonces el tipo está escribiendo frente a su computadora. Y pasan frente al monitor y se posan en él, como leyendo lo que el tipo escribe... por momentos parece que pretenden corregir un error de sintaxis, o una coma allí o un punto más abajo. Él, con el dorso de la mano la espanta, pero con un movimiento gracioso, describiendo varios “ochos” en el aire, vuelve al monitor, luego pasa por el teclado, y cuando el vuelve a atacar, ahora con la palma de la mano, violentamente la estrella contra el teclado, pero no está... Le toma unos segundos borrar las letras que escribió con ese golpe sobre el teclado “ñaeior-+´´dº” es lo que borra... vuelo corto, rasante por todo el escritorio, hasta el ratón... El tipo la mira, resignado, sabe que está muy violento y si vuelve a golpear estropeará el “mouse”... Decide seguir escribiendo.
Peor sería que en lugar de incursionar por su ordenador, comenzaran a posarse en su cara, introducirse en una de sus orejas, o tratar de libar en la comisura de sus labios. No, que sigan jodiendo por allí, que el tipo está inspirado, y tratará de escribir un cuento breve, algo que describa cosas románticas, eso... un cuento de amor, un amor apasionado, prohibido.

Las moscas son bichos difíciles, repugnantes, y el tipo que está tratando de escribir un cuento, no puede dejar de mirarlas, lo intenta pero sigue su vuelo con el rabillo del ojo.
Un día de estos voy a poner una malla metálica en las ventanas, piensa. Y deja de escribir.

Ya están en camino otra vez...